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A dos aguas

por Ignacio Merlo

“El problema es que en Capital murieron sólo 7 personas y en la plata más de 50. Entonces, ¿quién nos va a dar bola a nosotros, los inundados de Macri?”. Quien se queja es Estela, 54 años, madre de Lucas y Alejandra, mellizos de 20. “Perdimos todo cuando el agua subió y vimos cómo los recuerdos se fueron muriendo a medida que el agua pasaba”, explica Alejandra, los ojos tristes, las manos entrelazadas, los ojos húmedos.

Marchan hacia la Legislatura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en busca de respuestas. Sospechan que no serán satisfactorias. “La gente de Macri se reunió con tres vecinos del barrio y les prometió que van a ver qué pueden hacer. Y yo no necesito que vean qué pueden hacer. Necesito que hagan y que lo hagan ya”, explica desesperado Daniel, comerciante de la zona que perdió todo en la inundación. Y cuando dice todo no escatima. “Mis libros, mis recuerdos. Esto va mucho más allá del costo económico. Yo perdí una porción de mi vida y la de mis hijos”, explica desolado.

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El comedor de Vivi

Bolsas de donaciones

Soleada y templada mañana de Domingo en La Plata. Pasaron 5 días desde la noche de las inundaciones, por la calle 13 todavía se ven vestigios de lo que pasó, grandes charcos de agua, más basura que lo normal, en los alambrados de las casas bastante espaciadas se ven algunas cosas secándose. Pero no solo la inundación pasó por aca, las marcas de goma quemada en el asfalto nos muestran que también pasó la bronca.

por Gonzalo de Pedro

El hospital móvil de la provincia de Buenos Aires está a un lado de la ruta, dos grandes escaleras le sirven de entradas. En la primera una familia sentada, quizás esperando que los atiendan, en la otra una médica asomada. Estos días atendieron muchas personas, no sabrían decir cuantas, de problemas respiratorios y algunos chicos con diarrea. Frente al hospital, separado por una zanja de la banquina y alrededor de medio metro bajo el nivel de la calle se levanta una casita. De material y madera, frágil y humilde. En el frente se improvisó un centro de reparto de donaciones. Dos mesas de 3 metros por medio metro repletas de ropa es escrutada por alrededor de 15 personas, buscan la ropa que necesitan. Del otro lado sobre un auto viejo se armo un improvisado exhibidor de zapatos. Entre la casa y todo esto dos mesas más. Una con productos de limpieza, que dos señoras fraccionan y entregan al que necesite. En la otra se reciben pedidos de ropa más especificos, pañales, lo que sea. La actividad es frenética, todos van y vienen. Una camioneta Ford con un remolque es cargada de ropa y mercadería por 3 hombres. Hay dos autos atrás de ella que también son cargados. Intentando coordinar todo esta Vivi, quien junto con su familia dirige este espacio que ahora es centro de asistencia, pero antes fue comedor y lugar de encuentro para las personas del barrio.

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Día 7: Lo que el agua oculta hasta que baja

Desmitificar, averiguar, meterse hasta el tuétano en ciertas cosas te ponen en un estado de alerta durante mucho tiempo. El día 7 de la cobertura es un relato de los días 1 y 2. Todos los días fueron diferentes, y la cronología no importa demasiado para contar las historias.

Por Daniel Castaldo

Tolosa es el barrio de la presidenta y el barrio donde creció Hernán. Ya no, ahora vive en Barrio Caminito o Ringuelet, nunca se sabe muy bien qué barrio es, en la casa que fue de sus abuelos maternos en 517 y 19, a 3 cuadras del Arroyo El Gato. Él hizo el curso voluntariamente en el Comité de Operaciones en Emergencias. Comité que ha cambiado de depedencia a lo largo del tiempo y hoy depende del Ministerio de Desarrollo Social de Provincia de Buenos Aires, y que cuenta con un presupuesto muy bajo, y con un accionar nulo luego de la tragedia. Nulo porque de los que recibieron el diploma junto con Hernán, tres personas más que están en La Plata, ninguno fue contactado para prestar ayuda post desastre, nulo porque ni siquiera tienen preparado un listado de gente que puede brindar ayuda en catástrofes así. Nulo porque ni siquiera actuó.

Al promediar la tarde del 2 de abril, Hernán publicó en su página de facebook dos cosas. Una, luego de la inundación en los barrios de Capital Federal y alrededores: «Viendo las imagenes de las inundaciones solo puedo recordar al profesor Néstor Zirulnikoff (*) que hace dos años en su clase de interpretación de imágenes meteorológicas nos decía exactamente lo que está pasando con las inundaciones y las obras mal hechas e inservibles que se hicieron, y que seguro dejaron buenas ganancias ¿no, ingeniero?» hay que escuchar a los que saben, pero es mas facil tildarlos de locos «. Un poco después la otra, un aviso para todos sus contactos en La Plata: «lo verde es lluvia moderada así que sigue el alerta se puede dar más lluvia fuerte» (Ver infografía exacta que publicó). Él había visto un movimiento ciclónico en el Servicio Meteorológico Nacional, con lugares en rojo preocupantes, se venía una fea, solo que no sabía como iba a terminar para él y para toda la ciudad de La Plata, ni cuando. Ni se entiende como no hay una política de previsión y alerta de catástrofes naturales que pueda al menos saber que zonas tienen riesgo de inundación, y por consiguiente riesgo de vida, no se puede olvidar uno que hay casas que tienen la marca del agua a dos metros, solo fue lluvia y que encima tardó en subir. No hay políticas de catástrofe ambiental, es estar regalados.

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Prohibido Olvidarlos

Sueños, necesidades, pérdidas, incertidumbre, desconocimiento. Los niños sufren todo eso, no son personajes secundarios en esta película, en la cual tampoco hay protagonistas, ni extras, ni antagonistas. O sí, pero saben disimularlo bastante bien.

Por Luisina Fuentes

Según UNICEF, los adultos deben manejarse con calma frente a los niños que sufrieron el temporal del 2 de abril. Sugieren que los ayuden a expresarse mediante dibujos o juegos –sin presionarlos- y no mentirles acerca de lo ocurrido. Si bien la cautela es algo lógico para la mentalidad de cada uno de ellos, la realidad pide pista en todo momento. Ancianos y adultos supieron y saben adaptarse a situaciones límites que la vida misma les ha planteado y no deja de hacerlo actualmente. Pero, ¿cómo se le explica a un infante que hay que cuidar cada cosa porque pronto pueden ser olvidados? ¿Quién los protege de las luchas en las que participan sus papás por conseguir alguna donación? ¿Quién les explica que el agua tuvo una fuerza desconocida hasta el momento para ellos y se llevó a un ser querido?   Sigue leyendo

Lo que queda después del agua

El 2 de abril la lluvia arrasó con todo lo que encontró. Barrios enteros quedaron literalmente debajo de los 300 milímetros que llovieron y el Estado no puede atender a los afectados. Negocios inmobiliarios y el olvido de la importancia primordial del medio ambiente. 

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Por Juan Montarcé

Son sensaciones muy disímiles las que lo atacan a uno cuando llega a la ciudad de La Plata. En un hermoso día domingo, en un hermoso viaje en auto, uno se predispone de determinada manera y es la manera que cada uno encuentra para llegar a donde hay que llegar, y ver lo que hay que ver, que miles están viendo y viviendo hace casi una semana. Las inundaciones del día 2 de abril dejaron a una ciudad prácticamente bajo el agua. Con partes de ella construidas sobre “lugares bajos” o valles de inundación, que no pueden correrse del camino cuando el río y sus arroyos hacen lo que siempre hicieron los ríos y los arroyos, crecer cuando llueve.

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Los Barones del Conurbano: La Desidia

La inundación del 2 de abril en La Plata, expuso las miserias de un sistema clientelar que oprime y enfrenta a los vecinos más excluidos. Hay muertos, desaparecidos y  damnificados, pero lo que más le importa a la clase política es la elección que enfrentaran en unos meses. Y entonces, ¿quién paga el precio político de la desidia estatal vista en esta tragedia?

Por Leila Lobos

La sociedad entera comienza las tareas de colaboración y en los sectores más pobres se activan los 3 vértices del sistema clientelar: el ciudadano, el puntero y el funcionario. En la década del 90 se consolidó esta relación a través de dos factores esenciales. El primero fue el otorgamiento del Fondo de Reparación Histórico del Conurbano Bonaerense: la Provincia recibió 600 millones de pesos para repartir en los municipios. El segundo la reforma de la Constitución Nacional de 1994 que estableció el sistema de voto directo y distrito único. Esto significó que el 40% de los votos del país son del conurbano. Muchos votos y mucha plata. Así surgieron los Barones del Conurbano: intendentes que manejan con medidas clientelares, llevadas a cabo por concejales y punteros barriales, a la población del conurbano.

Así se ve en los barrios más excluidos donde se necesita de todo. Los vecinos llaman al puntero y nacen los primeros problemas: las cosas no llegan, los camiones no están  el puntero no aparece. En el barrio La Piedad, perteneciente a Los Hornos, los vecinos se comunican con la Municipalidad y se les informa que un camión con colchones había sido enviado a través de la puntera de la zona. Ésta nunca llega por lo que deben salir a buscarla hasta encontrarla en el barrio contiguo. Discuten un rato hasta obtener 21 colchones. El sistema enfrenta a vecinos de barrios linderos, gente que en vez de tenderse una mano pelean por la miseria que les reparten. Los punteros que no dan a vasto por la inmensidad de los daños se encuentran con gente de otros partidos, particulares y hasta otros punteros rivales que ayudan en sus barrios. Temiendo perder poder sobre “su” gente se producen incidentes por ver quién era el dador de esas colaboraciones. Es importante ayudar al vecino, pero siempre en el marco de que el vecino sepa quién le da para saber a quién le debe. Y los punteros estos días pierden esta deuda, cientos de ciudadanos sin banderas políticas ingresan a los barrios, dan comida, abrigo y no piden nada a cambio. El vecino afectado advierte que el Estado está ausente, que los funcionarios siguen trabajando para los medios y estadísticas electorales. Y que el sistema clientelar al que utilizan para satisfacer sus necesidades ya no es negocio para los excluidos. Y entonces hay que preguntarse después de tanta desidia: ¿Para qué necesitamos un Estado?

Ir con donaciones, volver con compromiso

Al acompañar a la Juventud Guevarista mientras reparte donaciones por los barrios inundados de La Plata entendemos que la asistencia en la emergencia puede ser también una buena oportunidad para construir puentes en una sociedad fragmentada.

por Gonzalo de Pedro

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«Ropa de hombre» , «Medicamentos», «Calzado» se lee en los cartelitos pegados en las paredes de las casas de 5 entre 61 y 62 de La Plata y abajo de estos una pila de alrededor de 30 bolsas cada una. Un hormiguero de voluntarios, en su mayoría jóvenes, van nutriendo las pilas con donaciones. Cada tanto aparece un auto que es cargado con lo que se necesita: dos bolsas de ropa de hombre, una de ropa de niño, elementos de higiene, y el auto sale cargado. Este espectáculo ya lleva 3 días de acción ininterrumpida coordinado por la Casa Guevarista. «El Estado está ausente», afirma Camila una joven estudiante que habla con pasión y revisa siempre una planillita. «Se necesita de todo, comida, ropa, pero sobre todo manos. Porque hay que ir a limpiar, hubo gente que perdió todo».

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